Cómo Dividir un Terreno tras un Divorcio sin que tus Hijos Terminen Peleados
- legalisgye
- 20 feb
- 4 Min. de lectura

Si estás pasando por un divorcio y te toca repartir bienes, es probable que te hayas quedado con una parte de un terreno —digamos, un 50%— y ahora quieras dejarle eso a tus hijos. Tal vez has calculado que, si divides tu mitad entre ellos, cada uno tendría un pedacito, como 80 metros cuadrados por cabeza. Pero te preocupa cómo hacer para que no se complique todo y terminen discutiendo por quién se queda con qué. Es una inquietud normal, y en este artículo te voy a contar, como si estuviéramos charlando tranquilos, cómo funciona esto en Ecuador y qué opciones tienes para que todo quede claro y en paz.
¿Qué significa tener el 50% de un terreno?
Primero, entendamos qué implica ese 50%. Cuando en un divorcio te dan la mitad de un terreno “en derechos y acciones”, no es que tengas una esquina específica que puedas cercar. Significa que eres dueño de una porción del total junto con otra persona, probablemente tu ex, que tiene el otro 50%. Es como ser socios de una misma propiedad, pero sin líneas trazadas en el suelo. Si quieres que tus hijos tengan cada uno su propio pedazo, hay que dividir el terreno físicamente, algo que aquí se llama fraccionamiento. Pero eso no es tan sencillo como parece, porque los municipios tienen reglas claras sobre cómo se hace.
El fraccionamiento: ¿es posible?
Para dividir un terreno en lotes más pequeños, cada pedazo debe cumplir con un tamaño mínimo que fija el municipio donde está la propiedad. En zonas urbanas, ese mínimo puede ser de 100, 200 o hasta 300 metros cuadrados, dependiendo del lugar. En áreas rurales, a veces piden mucho más. Si el pedacito que le tocaría a cada hijo (por ejemplo, 80 metros cuadrados) no llega a ese tamaño, el municipio no te va a aprobar la división. Entonces, lo primero es ir a la municipalidad de tu cantón, preguntar cuál es el lote mínimo y ver si tus planes encajan. Si sí se puede, perfecto: con la ayuda de un ingeniero o arquitecto, haces los planos, pagas unas tasas y, si todo sale bien, cada hijo puede tener su propia escritura.
Pero hay un detalle: como solo tienes el 50%, no puedes decidir solo. Necesitas que tu ex esté de acuerdo en dividir todo el terreno, no solo tu parte. Si los dos se ponen de acuerdo, el proceso fluye más fácil. Ahora, si no hay forma de entenderse, podrías llevar el caso a un juez para que ordene la división o incluso la venta del terreno, aunque eso cuesta tiempo y dinero. Por eso, antes de cualquier cosa, vale la pena intentar una conversación con la otra parte.
Alternativas si no puedes fraccionar
Si fraccionar no es una opción —ya sea por las reglas del municipio o porque no hay acuerdo con tu ex—, no te preocupes, hay otros caminos para dejarle tu parte a tus hijos sin que se armen líos. Una posibilidad es cederles tu 50% por medio de una notaría, dividiendo tu porcentaje entre ellos. Por ejemplo, si tienes seis hijos, cada uno se quedaría con un 8.33% del terreno total. El asunto es que seguirían siendo socios de la propiedad entera, sin pedazos específicos, y si no se ponen de acuerdo en qué hacer (¿vender, construir, alquilar?), podrían surgir roces.
Otra idea es usar una donación en vida o un testamento. Con esto, tú pones las reglas: podrías decir que, cuando ya no estés, vendan el terreno y se repartan el dinero en partes iguales. La donación tiene un costo en impuestos (aunque hay descuentos por ser de padres a hijos), y el testamento es más barato, pero se ejecuta después. Ambas opciones te dan control para evitar peleas.
El fideicomiso y los acuerdos familiares
Si quieres algo más organizado, está el fideicomiso. Es como pasarle tu 50% a un banco o una entidad que lo administre por ti. Tú decides cómo se usa o reparte: por ejemplo, que lo vendan en unos años y cada hijo reciba su parte en efectivo. Cuesta un poco más, pero te ahorras el dolor de cabeza de que ellos tengan que negociar entre sí. Y si prefieres algo sencillo, reúne a tus hijos y hagan un acuerdo familiar. Pueden ir a un centro de mediación, hablar cómo van a manejar el terreno, escribirlo y firmarlo ante notario. Así todos saben a qué atenerse.
Pasos para empezar
¿Qué tan viable es cada opción? Depende del tamaño del terreno y de cómo te lleves con tu ex. Te sugiero que vayas al municipio a preguntar el lote mínimo y pienses bien qué quieres para tus hijos. Si fraccionar es posible, es lo ideal: cada uno con su lote, cero problemas. Si no, un fideicomiso o un acuerdo claro son tu mejor apuesta. Y si necesitas ayuda legal, no dudes en buscar un abogado que te guíe —muchos ofrecen consultas accesibles para casos como este.
Al final, lo importante es que tus hijos queden bien y en paz. ¿Qué opinas de estas ideas? Si quieres, podemos seguir conversando y ajustar esto a tu caso.
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